domingo, 4 de noviembre de 2007

Rutina de costumbre

No sería de extrañar que después de un lustro sufriendo derrotas cada vez que visitan el Sánchez-Pizjuán, los jugadores del Madrí marcasen en sus calendarios la fecha del partido frente al Sevilla, como de si de una visita al dentista se tratase. De las últimas 5 campañas en las que han jugado en Nervión, el equipo sevillista ha ganado en cuatro ocasiones y ha empatado en una. Algunas de esas victorias sevillistas todavía permanecen en la retina de muchos aficionados. Especialmente dolorosa para el equipo madrileño fue la que el Sevilla de Caparrós le endosó al Madrí galáctico de Queiroz. Cuatro a cero en el descanso, ¿recuerdan?. Rubén, un chaval de la cantera blanca, llorando en el banquillo después de que el entrenador portugués le hiciera pagar los platos rotos al cambiarlo en la primera parte.

En el día de ayer, llegaba el Madrí gallito y líder al coliseo sevillista después de su paseo militar en Mestalla. Además, el entrenador Bern Schuster, sacaba pecho cuando antes de esa apabullante victoria, comparó el juego de su equipo con el del número uno del tenis, Roger Federer. El teutón, especialista en salir derrotado cada vez que se enfrenta al Sevilla como entrenador, se lo pensará dos veces antes de volver hacer semejante símil. Sobre todo, si el que está en frente es el Sevilla.

A los veinte minutos de partido, la red de Casillas había recibido ya dos hachazos de Keita y Luis Fabiano, que parecían poner suficiente tierra de por medio en el marcador. Hasta entonces el Madrí había dominado algo más la pelota, pero Luis Fabiano y Kanouté demostraron porqué son la pareja más goleadora de España y la segunda de Europa.

A partir de ese momento, el partido se convirtió en un monólogo sevillista. De nuevo, el Sevilla se convirtió en la máquina de fabricar fútbol que le ha permitido ser el númeo uno en el ránking mundial del clubes y levantar 5 títulos en 15 meses. Especial mención merece el gran descubrimiento de Monchi en el pasado verano: Seydou Keita. El jugador malí, que marcó 11 goles la pasada campaña en la liga francesa y fue nombrado tercer mejor jugador de África tras Drogba y Kanouté, aún se pregunta cómo es posible que ninguno de los principales clubes europeos no se interesara por él. Dotado de gran potencia, sobrado de técnina y calidad y con una pierda izquierda que es un cañón, puede jugar sin ningún problema como único jugador en el medio centro.

También se vio la mejor versión de Luis Fabiano, es decir, al goleador que deslumbró en Brasil y que en la presente liga lleva 7 goles en 6 partidos. A pesar de no encontrarse con el gol, Kanouté fue el de siempre. Apareció en todas las jugadas de ataque, ayudó en el medio campo y dejó para la galería dos controles de balón que los hubiese firmado el mismísimo Zidane. Si hay un pero en el juego desplegado por el Sevilla en la noche de ayer, es la eficacia goleadora. Erraron multitud de ocasiones ante Casillas, que una vez más, fue el mejor de su equipo.

Por su parte el Madrí sólo respondió con agresividad y excesiva dureza, que alcanzó su cénit en el vil codazo que le endosó Diarrá al canterano Crespo. Rotura del pómulo y un mes de baja. El árbitro catalán, (como bien señaló Schuster), ni siquiera le enseñó tarjeta amarilla. Al igual que hiciera después de perder la final de la Copa del Rey frente al Sevilla, el técnico alemán recurrió a la llantina como método para desviar la atención.
Si en algo no ha cambiado Schuster de su etapa como futbolista, es en la falta de modales. Si como jugador celebró un gol lanzando cortes de manga al rival, como entrenador se está ganando a pulso ser el enemigo número uno de toda la prensa.

Sus constantes salidas de tono y sus ataques hacia los periodistas ponen de manifiesto que está siendo desbordado por la presión del cargo. La actitud defensiva que adopta ante los micrófonos, y el surrealista victimismo del que hace gala, deberían hacer reflexionar a los dirigentes del club si es ésta la imagen que debe dar el club más laureado del mundo.

Lo cierto es que anoche no se vio por ninguna parte al Roger Madrí que se inventó el amigo Bernardo. Que se de con un canto en los dientes el aprendiz de profeta, porque si los de Manolo Jiménez hubieran estado más acertado de cara al gol, el desafortunado símil realizado por Schuster le hubiese golpeado en la cara en forma de ace.

1 comentario:

dijo...

La verdad es que fue un gran partido. Como culé, disfruté. Tengo testigos de mis acaloradas celebraciones de los goles.