Anda como loca la progresía española por reinventar el concepto aborto. Hemos escuchado a la ministra de igualdad, a la de Sanidad y a alguna que otra 'miembra' de la cuota, defender con ahínco el "derecho" de la mujer (sí, con 16 años también) a abortar. Y lo han hecho de la misma forma que lo haría alguien que tuviese la conciencia intranquila: 'Interrupción voluntaria del embarazo', dicen. No es otra cosa que ponerse una venda en los ojos para que la realidad no les remueva la conciencia. Algo así como un intento colectivo de lavado de la conciencia progre para, a posteriori, vender de cara a la galería las bondades de esta ley hostil contra la vida.
Se equivocan quienes creen que oponerse a esta ley injusta y sangrienta no sirve para nada. Nada les chirría más los oídos a los defensores de la muerte que el sonido claro y contundente de quien defiende la verdad y la justicia. Para ello no hace falta que un servidor demuestre que un embrión es vida humana, que a parte de ser una obviedad, ya lo ha demostrado la ciencia, que para eso está. Verdad es que un lince en España está más protegido que un niño en la barriga de su madre. Esto lo ve hasta el más tonto de la clase, lo que sucede es que cuando se mira con los gruesos cristales impregnados de la ideología progre la realidad aparece distorsionada. Ya nada es como parece. Donde había un aborto ahora hay una "interrupción voluntaria del embarazo", ¡toma ya!
Paradójicamente, muchos de ellos son los mismos que llaman asesinos a los toreros, a los militares, a la policía y a todo aquél que no comulgue con los principios de su destructiva idelogía: derechos humanos, pero sólo cuando interesa. Es decir, si es usted cubano y padece una tiranía comunista no recibirá el amparo moral de la izquierda. En cambio, si es usted palestino la cosa cambia. Todo depende del lado en el que la línea moral progre le haya ubicado.
La verdad, afortunadamente, única y molesta para los que tienen algo que ocultar, nos revela datos como que el año pasado en España murieron 100.000 inocentes. La mayor parte de esos abortos eran de mujeres solteras. Ante esta demoledora estadística, el Ministerio de Sanidad no ha tardado en reaccionar: a partir de la implantación de la nueva ley del aborto se eliminará la pregunta sobre el estado civil de la paciente. Y como colofón, nuestro gobierno defensor del genocidio silencioso, así como su ministra de Igualdad, cree que esos niños sólo merecen respaldo jurídico a partir de la semana 22 del embarazo. En la semana 21 a la trituradora, en la 22 no. Ya saben, "nosotras parimos, nosotras decidimos".
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