Las cortinas de humo en política responden a la necesidad de distraer la atención de los ciudadanos ante la existencia de problemas de gran envergadura. En la España zapateril en la que se superan con creces los 4 millones de parados, las miembras ocupantas de las carteras ministeriales se convierten a menudo en improvisadas 'apagafuegos' de los problemas creados por el presidente Zapatero. Recurrir a las cortinas de humo siempre ha sido una buena válvula de escape.
Hay tantos ejemplos como ministras. Bibiana Aído dejó estupefacto al personal cuando dijo desde su rimbombante ministerio de Igualdad aquello de que "un feto de 13 semanas es un ser vivo pero no un ser humano". ¡Toma nísperos!, que diría Jaime Campmany.
Hay tantos ejemplos como ministras. Bibiana Aído dejó estupefacto al personal cuando dijo desde su rimbombante ministerio de Igualdad aquello de que "un feto de 13 semanas es un ser vivo pero no un ser humano". ¡Toma nísperos!, que diría Jaime Campmany.
Otra ministra de mayor calado, en este caso, la vicepresidenta económica, ha dicho sentirse "sorprendida" por el préstamo que algunos bancos han concedido al R.Madrid para el fichaje de Cristiano Ronaldo. Paradójicamente se desconoce hasta el momento que Elena Salgado se haya pronunciado en los mismos términos para referirse al 40% de los parados de la UE aportados por el país que gobierna junto a sus compañeros.
Puede que la discutible incompetencia de las ministras no sea lo que más le importe a Zapatero. Lo importante es que en España hay el mismo número de mujeres que de hombres al frente de los ministerios. Y con eso está todo solucionado. ¿Desempleo, incompetencia? Ante todo, la cuota igualitaria.
1 comentario:
Jo, ¡qué machista! Se dice "cortinas de huma", hombre. Hay que reconocer que Aído (o Aída) y compañía son un lujo para bloggers, periodistas y en general los que disfrutamos hablando de estos temas...
Te leo; a ver cuándo nos das tu opinión sobre la nueva esRadio. Antes de que Aída te cierre La Pantomina por machista y retrógrado, eso sí...jeje.
Un abrazo,
Mario
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