martes, 13 de diciembre de 2011

Ni Reyes Magos ni Papá Noel


Desde hace varias décadas los niños del País Vasco reciben los regalos del Olentzero cada mañana de Navidad. Pocos saben que este carbonero de aspecto tosco y fama de borrachín y glotón llegó a nuestro país en el siglo XVII procedente de Francia. A pesar de que se estableció en Lesaca (Navarra), el nacionalismo no ha tenido reparos en convertirlo en el nuevo santo y seña de la Navidad vasca. Desde los años setenta los nacionalistas -y luego los niños- cantan al unísono aquello de "horra, horra, gure Olentzero".


De las diversas leyendas que persiguen al Olentzero hay una que asegura que cuando este bajaba del monte y se presentaba en el pueblo, los niños, al ver su aspecto mugriento, salían corriendo presa del miedo. Se trataba de un carbonero de rostro ennegrecido y formas algo toscas que aparecía por los pueblos muy de vez en cuando. Sin duda, una imagen muy alejada de lo que debería ser la entrañable figura navideña a la que los niños cantan y le escriben cartas pidiéndole deseos y regalos.

Con tales precedentes la tarea de transformar al Olentzero en un personaje atractivo para todos los niños resulta complicada.

La leyenda nacionalista sostiene dos versiones sobre el origen del Olentzero. Una -la que hoy todos defienden- apunta a un carbonero cristiano que el día de Nochebuena abandonaba su hogar en la montaña para adentrarse en el pueblo y anunciar el nacimiento de Jesús. La otra habla de un hombre solitario, huraño, sucio, barbudo y con fama de comilón y borracho.

El historiador y ensayista Julio Caro Baroja sostiene en su obra Sobre la religión antigua y el calendario del pueblo vasco que el Olentzero era un tipo “medio borrachín, medio grotesco”. Además aporta que en Lesaca -lugar en el que el carbonero se asentó en el siglo XVII procedente de Bayona- se le llama indistintamente Olentzero, Olentzaro y Orentzero. “Tengo un informe de un concejal que tomó posesión de su cargo el 27 de noviembre de 1927, que dice que es un monigote de paja que se lleva en procesión y va echando bendiciones y se quema en la plaza”. Un antecedente de las muchas parroquias que hoy se prestan a acoger la procesión del Olentzero.

La figura del fornido carbonero no solo se ha utilizado para reforzar la tesis de que hay una Navidad autóctona vasca. Algunas de estas procesiones derivaron en actos proetarras. Tras la Navidad de 2009 el Ayuntamiento de Pamplona anunció que en los años sucesivos no autorizaría los Olentzeros en los barrios de San Juan, Milagrosa, Rochapea y Chantrea, ya que a juicio del Consistorio navarro las celebraciones de 2009 se convirtieron en “meras manifestaciones de apoyo a los terroristas de ETA”.

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