miércoles, 13 de junio de 2012

La Demencia, la madre de la ciencia


Primavera de 1977. Un grupo de alumnos del Ramiro de Maeztu organiza una sentada que corta la calle de Serrano. El motivo es lo de menos. Eran tiempos de grandes cambios sociales y políticos -en junio de ese año se convocarían las primeras elecciones de la democracia- y algunos estudiantes del instituto no iban a desaprovechar la ocasión para dar la nota. Por ejemplo, con el lanzamiento de huevos a la embajada de Francia. Se trataba de hacer el gamberro por el puro placer de llamar la atención. “Me río yo de los indignados de hoy”, señala Alex, uno de los alumnos de entonces.

La idea de crear este movimiento espontáneo, divertido y travieso la tuvieron dos chicos de 17 años que aquél año cursaban COU. Una buena excusa para pasarlo bien y, más tarde, para asistir en pandilla cada fin de semana a los partidos que el Club Baloncesto Estudiantes disputaba en el polideportivo del instituto, el Antonio Margariños. Que todo quedara en casa iba a facilitar mucho las cosas porque en poco tiempo el grupo se transformaría en una hinchada ruidosa que ya no faltaría a un partido del 'Estu'.

Si bien el objetivo inicial no era el de formar un grupo de animación de baloncesto, el número de simpatizantes a La Demencia creció rápidamente. Los atrevidos y ruidosos cánticos que cada domingo se entonaban en la cancha del Margariños fueron algo más que un reclamo para los cientos de jóvenes que acudían a los partidos. Gritos como “¡Demencia, Demencia, la madre de la ciencia!” se convirtieron en un clásico en la grada estudiantil.

Había cánticos, pero también ídolos, que nada tenían que ver con los de hoy, ya que ni siquiera se trataba de los jugadores del 'Estu'. Los grandes ídolos eran Garibaldi, el esqueleto del laboratorio de ciencias del instituto; heroínas como la reina castellana Juana La Loca o los “compañeros presos” de Leganés y Ciempozuelos, donde había conocidos centros de salud mental.

En esta primera época más importante incluso que los jugadores eran los líderes de la Demencia. Históricos como Belinchón, Garzón, Larry o Gavioto eran considerados como una parte más del patrimonio del club. Nacho Azofra, ex jugador e ídolo de Estudiantes, recuerda lo que sucedía cuando perdían un partido en cancha contraria. “En ocasiones, miembros de La Demencia subían a nuestro autobús y no dejaban que iniciásemos el viaje de vuelta... venían a animarnos y el entrenador se lo tomaba con paciencia, ya que salíamos cuando ellos lo decidían”.

El de Azofra es el ejemplo perfecto de jugador estudiantil. En primer lugar porque fue alumno del Ramiro de Maeztu y porque, más tarde, jugó durante quince temporadas. “En mi época de estudiante en el Ramiro de Maeztu me sentaba con ellos de vez en cuando. Al único que recuerdo es a Gavioto”.

La simbiosis entre la Demencia y los jugadores de Estudiantes ha sido el fruto de muchos años de apoyo incondicional. Tanto es así que hasta los jugadores de otros equipos han reconocido en más de una ocasión lo incómodo que supone enfrentarse a Estudiantes cuando juega de local. “En más de una ocasión los rivales me han confesado lo divertidos que eran los partidos con nuestra afición, pero también que a muchos jugadores les desconcentraban con sus cánticos”.

Uno de ellos fue Alberto Herreros, el jugador formado en la cantera estudiantil y traspasado en 1996 al eterno rival, al Real Madrid. En los primeros partidos en los que volvió vestido de blanco a su antigua pista, la Demencia le abucheaba con fuerza y le dedicaba cánticos que -como él reconoció más tarde- influyeron en su bajo rendimiento. A otro que no le perdonaron su marcha al Real Madrid fue a Felipe Reyes, al que cada vez que vuelve a jugar contra Estudiantes le gritan: “Feli-pesetero”, síntoma de que La Demencia es ahora un grupo dedicado en exclusiva al baloncesto.

Muy lejos quedan ya los tiempos en los que los dementes se convirtieron al islam. Fue en 1981 cuando el Sha de Persia fue derrocado por un grupo de barbudos que acabaron con la monarquía. Ese mismo año y a 4.800 kilómetros de Teherán, en el número 127 de la calle de Serrano de Madrid, tuvo lugar otra 'revolución': el Estudiantes superó al Real Madrid y estuvo a punto de ganar la liga.

Para los Dementes aquello era algo más que una casualidad, “era una señal del cielo”. Por eso desde aquel año comenzaron a utilizar turbantes, chilabas y pañuelos palestinos, el rasgo distintivo por el que se les conoce en toda España y del que, treinta años después, no se han desprendido.

Hace tan solo un mes, el Estudiantes descendía por primera vez en su historia a la liga LEB. Algo que podría evitarse si en los próximos días los equipos que se han ganado su ascenso a la liga ACB no presentan los avales necesarios para disputar la máxima competición del baloncesto español. Un miembro de la actual Demencia, Sergio Alonso, no querría que su equipo “ganara en los despachos”. “Si hemos descendido en la cancha hay que aceptarlo, de lo contrario es probable que hagamos alguna protesta”. Así es La Demencia, imposibles de predecir.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Magnífico y nostálgico relato, pero se queda muy corto, pide más.
Mucho más.
Un demente de los 80/90.

Pepe Latorre dijo...

Muy bueno tío.